Cuando sientes que la mano de la muerte se posa sobre el hombro, la vida se ve iluminada de otra manera y descubres en ti misma cosas maravillosas que apenas sospechabas. ISABEL ALLENDE.







martes, 8 de septiembre de 2009

vuelta a casa

Vuelta a casa.

Volví a aquella vieja casa después de una infinidad de años, arrastraba el peso de un largo viaje, un viaje lleno de madurez y de sentimientos, después de una larga pelea, conseguí abrir la puerta de la casa, me volví hacia mi madre que esperaba paciente la tendí la mano, y avanzamos por el oscuro pasillo,
El largo pasillo de la entrada llegaba hasta la cocina, intentábamos aguantar la respiración, el olor era intenso, olía al paso del tiempo, una mezcla rara, como a polvo, sentimientos, antiguas vidas, incienso, infinitas comidas, cerrado, vacío, flores…
Olía a mi infancia ya perdida, a esas largas tardes de verano jugando en la calle, a antiguos cumpleaños, a la juventud de mi madre, a su vida, al paso del tiempo.
La madera crujía mientras nosotras avanzábamos por la casa, nos daba la bienvenida, pequeños rayos de sol entraban por las ennegrecidas ventanas, marcando nuestro camino en el suelo,
Eso me hizo sonreír, me volví hacia mi madre, y con una sonrisa dije, huele a la casa, y ella, se hecho a reír, un destello de esperanza apareció en sus ojos, hacia tiempo que no veía eso en sus ojos, me gusto volver a verlo.



Camino

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